El sistema digestivo del perro contiene similitudes pero también diferencias con el del ser humano. Su duración se prolonga hasta doce horas, mientras que una persona media necesita solo cuatro o seis horas para completar con éxito este proceso. En el mercado existen soluciones que mejoran este aspecto en la vida de cualquier mascota, como el complemento para la digestión de perros.
En cánidos el proceso digestivo comienza, naturalmente, con la formación del bolo alimenticio en la cavidad bucal. Con independencia de su raza, el perro dispone de cuarenta y dos piezas dentales (diez más que el ser humano) que se ocupan de triturar el alimento para facilitar su deglución.
En una segunda fase, el bolo alimenticio se desplaza por el esófago hasta el estómago, donde entran en acción una serie de ácidos (ácido clorhídrico y pepsinógeno, principalmente). Entonces la masa resultante, denominada quimo, pasa al intestino delgado, responsable de segregar los nutrientes y procurar su absorción de forma correcta.
Esa masa, denominada quimo, debe separarse en tres etapas, en las que median los distintos órganos del can. El hígado y el páncreas canino, por su parte, utilizan encimas y hormonas para procesar el quimo. El tramo más largo del intestino delgado es el yeyuno, que desempeña un rol clave en la asimilación de nutrientes.
Cuando los nutrientes primordiales del alimento han sido absorbidos, los residuos viajan hasta el intestino grueso, donde el organismo se beneficiará del agua y electrolitos minerales que todavía contienen. Asimismo, tiene lugar la fermentación de la fibra.
En la parte final de la digestión, los desechos se evacúan por el recto en forma de materia fecal, acompañada de bacterias y ácidos secretados. Por esta razón, debe evitarse el contacto con los excrementos de este animal, ya que transmiten enfermedades parasitarias y bacterias tan peligrosas como la E. coli.